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Como hacemos los nutriólogos

Los nutriólogos somos como tú: trabajamos duro, pasamos horas en el tráfico infernal de la ciudad, pagamos nuestras cuentas, tenemos vida social con amigos, amores y familiares. ¿Cómo le hacemos para hacer todo esto y mantener un peso saludable? Te presento unos tips de pequeñas acciones que forman parte de nuestra rutina diaria:


  1. Programa tus comidas: Por las prisas, seguramente has llegado a saltarte alguna comida. Inclusive cuando esto te ha pasado, comes más en la siguiente comida para compensar la que te saltaste. Para que esto no suceda, hazle tiempo a las comidas en tu horario. La recomendación es que realices 5 al día: tres principales y dos colaciones. Establece una hora para cada una, programándolas según tu horario. También recuerda que en las tres comidas principales debes incluir mínimo un alimento de cada grupo del Plato del Bien Comer. Para facilitarte este proceso, planea los platillos que comerás en la semana durante el fin de semana. Prepáralos con anticipación, ya sea esos días o en las noches, y guárdalos bien tapados en el refrigerador para sólo calentarlos o empacarlos cuando los necesites.

  2. Come frutas y verduras: Ya sé que parezco disco rayado, pero es la verdad. Incluir más frutas y verduras dentro de tu alimentación es lo mejor que puedes hacer. Ayudan a saciar tu hambre, a la vez que aportan pocas calorías y muchas vitaminas, minerales y fibra. Piénsalo así: a mediodía en lugar de picar una bolsa de papas fritas de la maquinita, puedes llevarte un tupperware con jícamas, pepinos y/o zanahorias con chile y limón. También saben rico y son una botana muy baja en grasa (y por ende, en calorías) y mucho más económica. ¿Cuánto te cuesta una bolsita de papas en una tienda de conveniencia? ¿$10 pesos? Por ese precio puedes comprar una jícama o un kilo de zanahorias, que te durarán la mayoría de la semana laboral (3 días, aproximadamente). Compra fruta y verdura de temporada para que te sea más barato, y si cerca de tu casa se pone algún mercado, cómpralas ahí para tenerlas más frescas.

  3. Stick to the classics: Muchas veces elegimos no comer alimentos “saludables” porque están “caros”, así que mejor nos vamos por las opciones menos saludables pero baratas. Y es comprensible: ¿quién pagaría $90 pesos por una triste ensalada y una botella de agua cuando puedes comprarte un combo de hamburguesa, papas fritas y refresco por menos de eso? Los mercadólogos no son nada tontos y saben que el comer “saludable” está de moda. Sin embargo, si en tu presupuesto no caben la quinoa, el kale y el stevia, no te angusties. Revisa este otro artículo para que te des cuenta que estos productos no tienen nada que los alimentos mexicanos típicos no tengan también. Si comes fuera, simplemente prefiere cereales integrales, carnes blancas y preparaciones asadas, al vapor o a la plancha en lugar de fritas o capeadas.

  4. Cómprate un termo: Tenemos la percepción de que el agua embotellada cuesta casi lo mismo que un refresco o que un jugo, así que optamos por la segunda opción porque nos parece ridículo pagar tanto por vil agua simple. Te recomiendo invertir en un buen termo para llevarte agua de tu casa, que puede ser de filtro, de garrafón o de la llave (previamente hervida para desinfectarla). Esto también aplica para el café. Es más sano que te lleves café hecho en tu casa en un termo a que diario vayas a una cafetería a comprar un frapuccino venti con crema batida atascado de azúcar.

  5. Haz de la ciudad tu gimnasio: ¿No tienes tiempo (o dinero) para inscribirte e ir a un gimnasio? Actividad física no sólo se refiere a ejercicio propiamente dicho, sino a todo el movimiento que realizamos con nuestro cuerpo. Si quieres mantenerte en forma, la ciudad es tu gimnasio: usa las escaleras en lugar de elevadores o escaleras eléctricas, bájate antes del camión y camina a tu trabajo, vete en bicicleta en lugar de en coche. Entre más te muevas, más calorías quemarás y mejor condición física tendrás.


Como puedes ver, las posibilidades para cuidar tu salud son infinitas. La cuestión es dejar de poner excusas para no hacerlo. Si los nutriólogos podemos (y somos seres humanos, no robots), tú también puedes.

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